Una sequía arrastrada durante años azota al río Paraguay, principal afluente del río Paraná que atraviesa Asunción y una arteria vital para la región que lleva siendo castigada desde finales de 2019. Los expertos sostienen que factores como la tala exhaustiva de árboles y el cambio climático pueden estar directamente relacionados.
El río Paraná serpentea tres países vecinos; Brasil, Paraguay y Argentina. Desde hace tres años se están alcanzando los niveles más bajos de agua de los últimos casi 80 años. Bien es cierto que, tanto el afluente como el río principal han presentado mayor flujo últimamente, pero la preocupación sigue estando más que presente entre los lugareños de la zona.
También se han experimentado subidas durante estos tres años, como cuando Brasil liberó agua de los embalses hidroeléctricos para la producción urgente de electricidad, pero los niveles volvieron a desplomarse rápidamente. Entre sus principales consecuencias, el suministro de agua de Argentina, los precios de la energía en Brasil y los incendios de toda la región son algunos ejemplos.
Paraguay, por su parte, carece de costa y depende totalmente de sus ríos para la mayoría de sus servicios sociales medioambientales y comerciales, por lo que se enfrenta a una gran depresión.
Secuelas en la economía paraguaya
El transporte fluvial es fundamental para una economía basada principalmente en la exportación de soja modificada genéticamente. En Paraguay exportamos productos con cero valor añadido, materias primas y este tipo de exportación es clave para llegar a los mercados internacionales sin gastar una fortuna.
El 96% de la compraventa de productos internacionales de Paraguay se llevan a cabo a través de dos grandes vías fluviales; el Paraná y el Paraguay. Desde los puertos de Argentina y Uruguay salen y llegan las embarcaciones.
El río Paraguay, que pasa por la capital, Asunción, ha descendido a su nivel más bajo dos veces durante los tres últimos años. Debido a la escalada de costes, el sector naviero se ha enfrentado a una pérdida del 20% de los ingresos. Algunas investigaciones de entidades importantes en el sector han situado a Paraguay como el país más afectado por la emergencia climática que está sufriendo Sudamérica actualmente.
Además, la deforestación también ha ido en aumento con el paso del tiempo. Únicamente queda el 7% del bosque atlántico que hasta hace unas décadas cubría gran parte del este de Paraguay, y el bosque del Chaco occidental afronta una de las mayores tasas de deforestación del mundo. Algunas de las mayores causas de la deforestación son el auge de la soja y la ganadería impulsado por el Estado, los mismos sectores que ahora luchan por exportar sus productos a través del desecado río.
Nuestra huella, principal responsable
Cabe destacar que las sequías cíclicas son habituales en la cuenca del Paraná, pero cada vez hay más indicios de que las consecuencias del ser humano y sus actividades intensifican la crisis. Es innegable el impacto que sufre el clima y esto se extiende a las condiciones de toda la región.
Es probable que se necesiten más investigaciones para establecer los impactos exactos del calentamiento global y los altísimos niveles de deforestación que se observan en toda la región, pero conocemos de sobras que las secuelas son extremadamente negativas. Esto se observa especialmente en la Amazonia, donde el ciclo del agua que alimenta las precipitaciones del caudal del Paraná se ha interrumpido.
Por su parte, la mayoría de las familias que habitan la región afrontan dificultades económicas devastadoras. Los pescadores tienen que realizar viajes cada vez más largos con el gasto de combustible que ello conlleva, con la esperanza de poder pescar algo. La queja de la ausencia de peces durante meses y meses es algo ya generalizado.
Además de ello, la obtención de electricidad que Paraguay produce junto a Argentina y Brasil, también se ha visto afectada. Yacyretá e Itaipú, la presa en el Paraná compartida con Brasil, produce casi toda la electricidad paraguaya y, según el gobierno, ha estado a punto de cerrar debido al escaso nivel del caudal.
¿Qué deberíamos hacer ante esta situación?
Como ciudadanos, tratar de reducir nuestro impacto ambiental es primordial. Una persona aislada no consigue nada, pero la suma de muchos individuos genera el cambio. Dicho esto, es imposible cambiar nuestro comportamiento si no conocemos la situación, así que esparcir la palabra también es clave.
El calentamiento del mundo es cada vez intenso, las inundaciones, las sequías y los incendios en zonas verdes cada vez se dan con mayor frecuencia. La humanidad sigue cargando carbono en la atmósfera, mientras que el pánico energético amenaza con reactivar la combustión de combustibles fósiles. Tenemos que hacer algo. Por nuestra parte, independientemente de las razones egoístas que nos han llevado a esta situación, los medios de comunicación estamos en la obligación de a informar sin descanso sobre la emergencia climática, sus causas, consecuencias y víctimas.